19 de octubre de 2017

El perro y el gorrión - Der Hund und der Sperling

Un perro pastor tenía un mal amo que le dejaba morirse de hambre. No podía aguantar mucho más esa situación, así que triste y con pesar decidió marcharse. En la calle se encontró un gorrión.

— Hermano perro ¿por qué estás tan triste?
— Tengo hambre y nada que comer.
— Querido hermano vente conmigo a la ciudad y allí podrás comer hasta saciarte — respondió el gorrión.

Los dos emprendieron camino a la ciudad hasta que se encontraron delante de una carnicería.

— Quédate ahí — le dijo el gorrión—. Haré caer a picotazos un trozo de carne.

El gorrión miró a su alrededor para asegurarse de que nadie lo veía, voló hasta el mostrador y fue picoteando un trozo de carne hasta que esta cayó al suelo. El perro lo cogió, se lo llevó a una esquina y se le comió al instante.

— Vamos a otra tienda. Te bajaré otro trozo para que te quedes bien lleno — dijo el gorrión.

Cuando el perro se comió el segundo trozo el gorrión le preguntó que si ya estaba saciado.

— De carne sí — respondió el perro — pero me falta el pan.
— Pues vayamos a por él.

Se dirigieron a una panadería y el gorrión fue picoteando unos panes hasta que estos rodaron al suelo. El perro se los comió al momento y cuando quiso más fueron a otra tienda.

— Hermano perro ¿ya estás lleno? — preguntó el gorrión.
— Sí — respondió el perro—. Vamos a dar una vuelta por las afueras de la ciudad.

Salieron por la carretera y comenzaron a andar. Era un día muy caluroso y después de doblar una esquina el perro habló.

— Estoy cansado y me gustaría descansar.
— Está bien, duerme — dijo el gorrión—. Yo me posaré en una rama.

El perro se tumbó en la carretera y se quedó dormido al momento.

Mientras el perro dormía pasó por el camino un carro tirado por tres caballos que transportaban dos toneles de vino. El gorrión vio que el carretero no tenía la intención de girar y si no lo hacía atropellaría al perro.

— ¡Carretero, no lo hagas o te arruinaré! — gritó el gorrión.
— No serás tú quien lo consiga — dijo el carretero.

Azuzó a los caballos con su látigo y el carro pasó por encima del perro matándolo al instante.

— ¡Has matado a mi hermano perro, te costará el carro y los caballos!
— Si claro, el carro y los caballos — se burló el hombre —. ¿Qué puedes hacerme tú?

El carretero siguió su camino ignorando al gorrión, pero este lo siguió. Sin que el hombre se enterase se metió por debajo de la lona que cubría los toneles y comenzó a picotear el tapón hasta que este se soltó y el vino comenzó a salir.
Al cabo de un buen rato el carretero miró hacia atrás y cuando vio como el vino iba goteando del carro se bajó para examinar los toneles. Mala suerte la suya al darse cuenta de que uno de ellos estaba vacío.

— ¡Ay! ¡Pobre de mí! — exclamó el hombre.
— ¡No lo suficiente! — dijo el gorrión. Se lanzó contra uno de los caballos, se posó sobre su cabeza y le picó los ojos hasta que se los sacó.

El carretero sacó su azada y quiso darle al gorrión con ella, pero el pájaro lo esquivó y golpeó al caballo en el suelo. El pobre animal cayó al suelo muerto.

— ¡Ay! ¡Pobre de mí! — exclamó el hombre.
— ¡No lo suficiente! — dijo el gorrión.


Cuando el carretero quiso seguir su camino con los dos caballos que le quedaban el gorrión volvió a meterse por debajo de la lona y picoteó el tapón del segundo tonel hasta que se soltó y el vino comenzó a salir.

— ¡Ay! ¡Pobre de mí! — exclamó el hombre al darse cuenta de que el segundo tonel también estaba vacío.
— ¡No lo suficiente! — dijo el gorrión. Se lanzó contra otro de los caballos, se posó sobre su cabeza y le picó los ojos hasta que se los sacó.

El hombre volvió a atacar al gorrión con la azada pero el pajarillo esquivó el golpe y el carretero acertó en el cuello de su propio caballo, que cayó al suelo muerto.

— ¡Ay! ¡Pobre de mí! — exclamó el hombre.
— ¡No lo suficiente! — dijo el gorrión. Se lanzó contra el tercer caballo, se posó sobre su cabeza y le picó los ojos hasta que se los sacó.

El carretero enfurecido lanzó un nuevo azadonazo contra el gorrión, pero este lo esquivó y el tercer caballo cayó al suelo muerto.

— ¡Ay! ¡Pobre de mí! — exclamó el hombre.
— ¡No lo suficiente! Ahora voy a arruinar tu casa — dijo el gorrión y salió volando.

El hombre tuvo que dejar el carro en el camino y lleno de furia comenzó a andar hacia su casa.

— ¡Ay! ¡Qué día más desgraciado he tenido! — le dijo al llegar a su mujer —. El vino se ha perdido y los tres caballos están muertos.
— ¡Ay! ¡Esposo! ¡Qué malvado gorrión ha entrado en casa! — dijo la mujer —. Ha traído a todos los pájaros del mundo y ahora están en el granero comiéndose todo nuestro trigo.

El hombre subió hasta allí y vio a cientos y cientos de pájaros en el suelo picoteando el trigo. En medio de todos ellos se encontraba el gorrión.

— ¡Ay! ¡Pobre de mí! — exclamó el hombre.
— ¡No lo suficiente! — dijo el gorrión—. ¡Te costará la vida!

El pajarillo se lanzó contra el hombre y este, que había perdido toda su suerte bajó del granero y se sentó, colérico y mohíno, al lado del horno.
El gorrión lo vio por la venta y le gritó desde el exterior.

— ¡Carretero, te costará la vida!

El hombre tomó su azada y se lanzó en su dirección pero tan solo consiguió partir el marco de la ventana en dos sin darle al pajarillo.
El gorrión entró al interior, se apoyó sobre la estufa y volvió a gritar.

— ¡Carretero, te costará la vida!


El hombre, ciego de furia, golpeó la caldera partiéndola en dos. Pero el pájaro volvió a escapar y se apoyó en otro mueble. Y así el hombre fue arremetiendo contra todo en un desesperado intento de darle al gorrión: todos los muebles, los espejos, bancos, mesas y hasta las paredes fueron destruidos. Hasta que al final consiguió atrapar al pájaro con la mano.

— ¿Deberíamos matarlo ahora? — le preguntó su mujer.
— No. Sería una muerte demasiado dulce — respondió—. Tiene que sufrir. Quiero comérmelo.

El carretero se metió el gorrión en la boca y se lo tragó de un solo bocado. Pero el pájaro comenzó a agitarse y a aletear dentro del cuerpo de su hasta que llegó de nuevo a la boca y salió.

— ¡Carretero, te costará la vida!
— Mujer, dale en toda la boca — le pidió el hombre a su mujer entregándole su azada.

La esposa lanzó un golpe, pero falló y le dio de lleno al carretero en la cabeza que cayó al suelo muerto y el gorrión salió volando lejos de allí.



Hace ya mucho que dejé de sorprenderme por las historias macabras que podemos encontrar en los cuentos de hermanos Grimm y este no es para nada una excepción.

El carretero no es la mejor persona del mundo, mata al pobre perro así sin más. Pero el gorrión es un demonio lleno de sed de venganza, pobres caballos, ¿qué culpa tendrían ellos? Y además no se conforma con quitarle al hombre todo su sustento, hasta que no lo mata y lo hace sufrir no se queda satisfecho.

Otra de las cosas que algunas veces me llaman la atención de estos cuentos son los títulos, pues algunas veces no estoy de acuerdo con ellos. Sin el perro no habría cuento pero para mí los dos protagonistas son el gorrión y el carretero y me parecería un título más acertado.

Sobre moralejas, ¿el karma siempre te devuelve la jugada? ¿Cuidado con los gorriones vengativos?

¿Qué opináis vosotros? ¿Conocíais este cuento? ¿Qué os ha parecido?

El perro y el gorrión - Der Hund und der Sperling, es el cuento número 58 del libro "Cuentos de la infancia y del hogar" escrito por los hermanos Grimm.

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Y colorín colorado, este cuento se ha acabado... pero aún quedan muchos más cuentos que leer, muchas historias por recordar y otras tantas por descubrir. ¿Te vienes? Cuentos de los hermanos Grimm.

¡Un saludo!



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