31 de diciembre de 2014

Un bar español

No sé que es lo que tendrán los bares españoles, si es la comida, la bebida, la gente o es el bar en si mismo. Pero ese olor que todos ellos desprenden es único y no se puede encontrar en ningún otro lugar.
No hay que adentrarse mucho en el local, nada más abrir la puerta ya nos llega ese olor característico.
 ¿A qué huele un bar español? ¿Sinceramente? Es algo que me es absolutamente imposible de describir, simplemente huele a algo conocido, algo muy familiar, huele a España, a casa.
Y conforme más vas adentrándote en el bar irás viendo pequeños y antiguos conocidos que nunca pensaste echar de menos.

Ese suelo limpio a excepción del trozo que se encuentra justo debajo de la barra. Ahí habrá una acumulación intermitente de servilletas de papel dobladas en bola, o sobrecillos de azúcar vacíos. Y lo más curioso es que no importa que el camarero acabe de barrer hace excasos segundos, estos papeles aparecen de la nada. Sepodría decir que son algo así como las setas de los bares. Algunos establecimientos intentan evitar esta proliferación colocando papeleras debajo de la barra, bien ancladitas, pero no, a pesar de ello aún hay papeles bolita por el suelo. Y si lo pensáis, ¿no será posible que sean esas papeleras las que crean los papeles en suelo? Quien no ha cogido alguna vez una servilleta, la ha estrujado y la ha tirado a la papelera, a ver si encesto...  y cuantas de esas bolas no encestadas se han quedado donde han caído, si total, por una más... nadie se va a dar cuenta...



Y el café... de eso casi que mejor ni hablamos. Las comparaciones son horribles, pero es que es salir de España y ya puedes olvidarte de pedir un café en los bares. Ningún buen consumidor de café que se precie puede decir que el café del extranjero es bueno y Alemania no es para nada la excepción, aguachirri le llaman a eso en mi tierra.

De las tapas ya os hablé largo y tendido en esta entrada. Yo aún me sigo negando a pagar por una tapa, lo siento, va en contra de mi religión. Y además es que en Alemania siguen sin entender el concepto de tapa y o bien pagas o no te van a poner ni la cascara de los cacahuetes. Y yo digo, no tiene que ser una elaborada paella, con unas pipas es más que suficiente, pero muchacho, dame arrgo con lo que acompañar a la bebida, que a algunos el alcohol se les sube muy deprisa... Y a los alemanes no les gusta nada la cerveza...



Y volviendo de nuevo a las servilletas, un día os contaré la lucha que debieron de mantener hace ya muchos años los alemanes con ellas. Tuvo que ser una dura pelea a muerte, pues parece que les han cogido mucho rencor y tan solo las utilizan en momentos puntuales y siempre que sea absolutamente necesario. Los servilleteros son objetos en serio peligro de extinción, así que cuando regresé a España y vi uno de ellos... con esa forma metálica rectangular, viejos no, prehistóricos... simplemente épicos. Y con su acompañante habitual, el palillero. Objeto que creo, jamás ha visto un alemán fuera de sus fronteras.




Aunque he de decir en favor de los teutones, que aunque las servilletas no les gusten en demasía, al menos las suyas limpian... No sé vosotros, pero las que yo me encuentro en los bares son finas transparentes. Y ya lo dijo Luis Piedrahita, son impermeables. Cada vez que tienes que limpiarte algo con un nivel de grasa bajo-medio acabas utilizando todas las servilletas disponibles del servilletero de tu mesa y de la de al lado.



El otro día expuse en voz alta mi frustración ante la expansión del tomate de las bravas por toda mi mano y la nula absorción de la servilleta que debía de haberse declarado en huelga. Y cual fue mi sorpresa ante la respuesta de mi madre.
Es que no te estás limpiando con el lado bueno, tienes que darle la vuelta.
Porque como bien sabe todo el mundo, uno de los lados de las servilletas es impermeable y el otro absorbe más que la vileda.
Aunque para no desmeritar a mi madre, que además va a leer esto y no quiero que me llene el cogote de capones, diré que en parte lleva razón. Hay uno de los lados que es peor que el otro, uno al menos no extiende más la grasa, la deja donde está, sin inmutarse por nadie ni nada. Pero vamos, para que engañarnos, ninguno de los dos lados realiza su función servilletíl.

Y por último, no quiero acabar sin mencionar las barras. Quizás algunos bares modernos las hayan cambiado a algo un poco más bonito, pero un bar español, de esos típicos, con recortes de alguna corrida de toros colgadas en las paredes, el escudo del equipo de fútbol del dueño o antiguas fotos de lo que fue la ciudad hace ya unos cuantos años. En estos bares la barra solo puede ser de una manera, metálica. Y punto.


Está claro que hay bares en España que se han modernizado y ya no tienen estas cosas, Pero eso ya no es un bar típico. Ese al que has ido siempre, el de toda la vida, estoy segura, se va a parecer mucho a este que os cuento.

He ido a muchos restaurantes españoles en Alemania, pero ninguno se puede comparar con los de verdad. Y tan solo en uno he podido oler ese olor característico del que os hablé al principio.
Ahora que estoy pasando unos días en España me estoy dando cuenta de unas cuantas cosas que diferencian nuestros países. Casi siempre son detalles pequeños, pero no por ello dejan de ser curiosos.

Espero que estéis pasando unas felices fiestas y perdonad la falta de actualización.

Un saludo!!



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